¿Has perseguido alguna vez algo hasta darte cuenta de que ya no reconocías el lugar en el que te encontrabas?

¿Te has sentido impotente y rodeada de situaciones absurdas?

Claro que sí.

Y… ¿qué has hecho en situaciones?

Te has puesto a llorar o has sabido darles la vuelta para salirte con la tuya?

¿O quizá las dos cosas a la vez…?

¿Te atreves a pasar al otro lado del espejo?

 

Mesas gigantes de lado, espejos que son puertas para otros mundos, puertas que hablan, galletas que te piden que las comas, y tú ¿qué vas a hacer?

 

Se me ocurre que viajar es un poco como pasar al otro lado del espejo.

Al viajar, al igual que Alicia, una se enfrenta a lugares y costumbres fuera de su dominio habitual y eso siempre da lugar a pequeñas o grandes aventuras. Se nos presentan nuevos desafíos de los que debemos salir airosas.

Al final de nuestro viaje seremos unas personas distintas a quienes éramos al inicio. Y no hay mayor estímulo para el cerebro que el del cambio, el de la novedad. Entrar en contacto con otras realidades y otras formas de hacer, conocer otros paisajes y otra arquitectura, descubrir nuevos artistas y eventos históricos nos enriquece y nos ayuda a crear nuevas conexiones cerebrales y emocionales.

 

Ya os he contado en La Etraperlista que Humpty Dumpty es una de mis principales fuentes de inspiración cuando diseño amigurumis. No tenéis más que ver a Minus, que fue el primero.

He ido recientemente a Madrid a ver la exposición «Los mundos de Alicia» en CaixaForum. Le debo mucho a este relato, así como a la película de Disney. Independientemente de lo que me pueda o no gustar, lo que siempre me pareció interesante de esta historia es la capacidad para inventar nuevos mundos en los que pasaban las cosas más absurdas con los personajes más increíbles y locos, sin embargo Alicia parecía ir asumiendo esos cambios y encajando las dificultades a medida que estas le iban transformando como persona. Me parece una bella metáfora de la vida.

Por eso pienso que cualquier viaje tiene esa capacidad de cambiarnos. Afortunadamente (o no), no vamos a tener que lidiar con sombrereros locos (o sí), pero si sabes mirar bien, puede que encuentres cosas muy parecidas.

 

Todos mis pasos me llevaban a sitios que de una manera u otra relacionaba con Alicia. Sentada en este banco frente a la «Casa Maravillas» en el barrio Maravillas (Malañasa),  esperando a una amiga, se me antojó que todos esos colores me recordaban a la «Merienda de locos». Y, automáticamente mi mente empezó a pensar en patrones realizados con estos colores, inspirados en este pasaje del relato.

 

No es necesario realizar grandes viajes de 3 semanas. Eso, sin duda es fantástico y sumamente enriquecedor, pero no todas tenemos esa disponibilidad y recursos. Esto me preocupaba, porque pensaba que si no podía viajar frecuentemente, me iba a desconectar del mundo y no iba a nutrirme tanto como quería.

Afortunadamente descubrí que hay otras alternativas y que en tu propia ciudad puedes encontrar pequeños viajes. Una de las claves es simplemente hacer algo nuevo y distinto a lo que estás acostumbrada. Pasear por barrios y calles desconocidas y decir «SÍ» a lo que te ofrezcan. Entrar en sus tiendas y tomar algo en alguna de sus cafeterías. Aprovechar y empezar un libro nuevo que nunca habrías leído en una de esas cafeterías o en algún parque. Fijarte en los carteles y anuncios. Si hay algún concierto, exposición o charla, entrar. Quizá no te interese, pero eso no lo sabrás hasta que no lo hayas hecho.

Cuando termine el día serás una persona diferente y habrás alimentado tu mente sin salir de tu ciudad.

 

En la exposición compré este bonito ejemplar en el que hay miles de anotaciones de expertos en Lewis Carrol y Alicia. También recoge muchísimas de las ilustraciones  más importantes del libro que se han realizado a través de la historia. Esto fue lo que me movió a adquirirlo. Además, tengo una pequeña colección de libros de Alicia en varios idiomas que compro siempre que visito un país de lengua extranjera.

 

Seguro que te has sentido como Alicia en muchas ocasiones. Por eso es un relato tan universal que conquista a generación tras generación, porque apela a lo que sentimos y a lo que queremos sentir y, aunque sea a través del absurdo, consigue muchas veces dar forma a nuestros sentimientos.

¿En qué situaciones has sentido que estabas pasando al otro lado del espejo?

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