Ali entró en la habitación con una seriedad que rara vez se le veía en la cara.


🧄 —Pepi, escúchame bien —dijo—. He oído que meditar puede ayudarte a ser más productiva. Así que necesito que me enseñes a meditar urgentemente, ya.

Pepi, sentada en el sofá con su cuaderno, ni siquiera levantó la vista mientras trazaba nuevas orugas y hojas de tilo.


🥒—Pero, Ali… ahora estoy ocupada. Tengo que dibujar para relajar mis chakras y luego preparar los cuarzos para mis ejercicios de conexión con la fuente.

Ali se dejó caer en el suelo y cruzó las piernas, como un pretzel mal formado, cerrando los ojos con solemnidad.


🧄 —No te preocupes, Pepi. Ni te enterarás de que estoy aquí. Tú sigue con tus chakras. Esto… ¿es así? ¿Me siento, cierro los ojos y ya está?

🥒—No es tan sencillo —respondió Pepi, paciente—. Tienes que conectar con tu respiración, sentir tu cuerpo, observar sin juzgar, recon…

🧄 —¡Silencio absoluto, Pepi! —la interrumpió Ali—. Estoy a punto de convertirme en un ser iluminado.

Pasaron tres segundos.


🧄 —¡Agh! Me duele la espalda.

Cinco segundos más.


🧄 —Ahora me pica la nariz. ¿Eso también es espiritual?

Diez segundos más tarde.


🧄 —¿Esto está funcionando ya? No tiene que quedar mucho, ¿no?

Pepi, sin apartar la mirada de su cuaderno, contestó tranquila:


🥒—Creo que la idea es no pensar en nada, Ali.

Ali resopló.


🧄 —Pues yo estoy pensando más que nunca. Primero me he acordado de que el martes es el cumpleaños de Tomás Tomate —y que la Tía Berenjena me ha dicho que tengo que comprar fresas para el pastel y pan—, y luego me he dado cuenta de que tengo hambre y he pensado que en cuanto termine voy a hacerme un bocadillo, pero claro, no hay pan… Y ahora se me está durmiendo la pierna y tengo ganas de estornudar.

Se dejó caer dramáticamente de espaldas sobre la alfombra.


🧄 —Conclusión: soy alérgica a la calma. Definitivamente incompatible.

Pepi levantó la vista de su cuaderno con la calma de quien lleva toda la vida esperando ese momento.


🥒—No hace falta que seas compatible, Ali. Cada una tiene su manera. Yo medito con mis orugas y mis cuarzos; tú, con tus carreras por el pasillo.

Ali, desparramada en el suelo como una estrella de mar, abrió un ojo.


🧄 —¿Carreras por el pasillo cuentan como meditación?

🥒—Claro. Se llama meditación activa. O eso acabo de inventar.

De un salto, Ali se puso en pie con renovado entusiasmo.


🧄 —¡Aaahhh! ¡Eso sí que lo entiendo! ¡Ahora estoy empezando a pillar el truco a esto de la meditación! Creo que voy a fundar el primer Club Oficial de Meditación Activa. Consistirá en correr de un lado a otro con los brazos extendidos como un avión. ¡Esto va a revolucionar la historia de la calma!

Y sin dar más explicaciones, salió disparada hacia la puerta, derribando un cojín del sofá. La mariquita de Pepi rodó indignada hasta el borde de la alfombra.

Pepi suspiró, recogió a la mariquita con cuidado y murmuró resignada:


🥒—La calma está sobrevalorada, de todas formas.

Después, volvió a su cuaderno y dibujó una oruga sonriente junto a las demás.


⚠️ Nota importante: las imágenes que acompañan este post han sido creadas con ayuda de inteligencia artificial, pero los muñecos son reales. Los patrones están disponibles para que los tejas y formes parte de este universo tejido.

Si te ha gustado esta historia, recuerda que Ali, Pepi y el resto de la Pandilla Gazpacho son muñecos reales que puedes tejer tú misma. En el libro encontrarás los patrones paso a paso para darles vida y, por supuesto, inventar tus propias aventuras con ellos. (Versión en papel y online. También en inglés.)

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