En amigurumi, todo empieza casi siempre con una esfera. Es la forma básica, la madre de todas las demás. Pero hay una prima un poco menos redonda que merece su protagonismo: el cilindro.

El cilindro no es más que una esfera alargada, una esfera que se niega a ser redonda del todo. Y, sin embargo, esa obstinación lo convierte en una de las formas más versátiles que tenemos a la hora de diseñar.

Un cilindro puede ser un brazo, una pierna, una antena, un palo de helado… o un personaje entero, si se lo propone. Pepi, por ejemplo, nació de un cilindro. Un cilindro que decidió ponerse recto, añadir un poco de textura y coronarse con una flor.

El cilindro como base de diseño

El cuerpo de Pepi es un cilindro vertical. Esa verticalidad le da presencia y lo convierte en algo más que una forma geométrica: transmite estabilidad, crecimiento, incluso cierta solemnidad vegetal.

En diseño gráfico, el cilindro sería la versión tridimensional de un rectángulo limpio y modular: se adapta, se repite, se alarga o se acorta sin perder identidad. Por eso funciona tan bien como base para personajes. Es reconocible —como un pepino o un calabacín— y al mismo tiempo lo suficientemente neutro para transformarse en lo que quieras.

La textura como personalidad

Un cilindro liso habría sido aburrido. Por eso Pepi está tejido con puntos avellana que rompen la monotonía y aportan carácter.

En diseño, la textura es lo que convierte una superficie simple en algo con vida. Pasa lo mismo con Pepi: ese relieve irregular hace que su cuerpo sea orgánico, que parezca realmente una verdura, y al mismo tiempo lo distingue de otros personajes. Es la diferencia entre un plano en blanco y un estampado que te atrapa la vista.

Los detalles que marcan la diferencia

Después llega lo que podríamos llamar el “branding” de Pepi: la flor en la cabeza.
Es un detalle icónico, casi un logotipo personal. Los tonos cálidos —naranja y amarillo— contrastan con el verde de su cuerpo y crean un punto focal inmediato. Pepi puede ser un cilindro, sí, pero un cilindro con flor tiene mucho más que decir.

Luego están el pantalón y los calcetines, que funcionan como una paleta secundaria. Son los elementos que permiten jugar con el diseño, explorar diferentes combinaciones de color y darle a cada Pepi su propia variación de carácter.

Verde: el color principal

El color base de Pepi es el verde. No podía ser otro: es el color de la vida, de lo fresco, de lo natural.

  • En contraste complementario, verde y rojo, Pepi se vuelve atrevido y festivo (imagínatela con pantalones rojos).

  • En una paleta análoga, verde con azul y turquesa, adquiere un aire calmado, acuático.

  • En triada, verde con naranja y violeta, se convierte en un personaje juguetón y vibrante.

La flor ya juega en esa dirección: sus tonos cálidos crean contraste y equilibrio, resaltando la parte superior y atrayendo la mirada.

Más que un cilindro

De todo esto se desprende una idea sencilla: un personaje no se define solo por su forma básica, sino por cómo trabajamos esa forma con textura, color y detalles. Pepi es un cilindro, sí, pero también es una lección de diseño en miniatura: de lo simple nace lo complejo, y de lo complejo surge la personalidad.

En La Pandilla Gazpacho encontrarás muchos ejemplos de cómo un punto básico puede transformarse en un universo entero de personajes. Porque al final, un cilindro no es solo un cilindro: es el inicio de una historia

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